Pueblo
Introducción
El pueblo Kichwa se conforma por aquellos descendientes de pueblos indígenas u originarios que fueron “quechuizados” durante diferentes periodos históricos, especialmente en la colonia. El resultado de la implantación del quechua ocasionó la desaparición de la lengua originaria en muchos pueblos o, en otros casos, la reducción de su uso a pocos individuos (CORPI, 2002).
En ese sentido, se puede entender al pueblo Kichwa como conformado por varios grupos que se distinguen su identidad de acuerdo a factores como la variante de quechua que hablan, prácticas culturales particulares y el espacio donde habitan. Algunos de los grupos Kichwa más representativos son los Kichwa lamista o de Lamas, los Kichwa del Napo, los Kichwa del Pastaza, así como los Kichwa santarrosinos.
De acuerdo a Mayor y Bodmer (2009), los Kichwa se asientan en diversos espacios de la Amazonía peruana y ecuatoriana. En nuestro país, algunos de los principales espacios donde ubican sus localidades son los departamentos de San Martín, Loreto y Madre de Dios.
En el caso de San Martín y los Kichwa lamistas, como su nombre lo indica, se ubican mayoritariamente en la provincia de Lamas, así como en la cuenca baja del Río Mayo, uno de los afluentes del Huallaga. Si bien esta zona se caracteriza por contar con lluvias todo el año, los lamistas distinguen dos estaciones: una de verano, donde bajan los niveles de precipitaciones y otra de invierno o también conocida como “estación lluviosa”. Esta última va desde el mes de septiembre y concluye en abril, siendo los picos de mayor aguacero en octubre y noviembre, así como en marzo. El espacio donde habitan los lamistas configura montañas, ríos, colinas, así como una topografía accidentada. De esta manera se pueden encontrar quebradas con descensos bruscos, valles angostos, vegetación densa, al igual que áreas boscosas, montes, y cochas (Panduro & Rengifo, 2001).
En Loreto, los grupos Kichwa napuruna se encuentran asentados en la cuenca del río Napo, ubicando su territorio tanto en Perú como en Ecuador. Por otro lado, también existen localidades de Kichwas en la zona comprendida por el río Pastaza y Tigre, específicamente este grupo viven próximo al Lago Anatico, en la provincia de Datem del Marañón (CORPI, 2002). De igual manera, debido a diversos procesos de colonización y migración forzosa, existe un contingente de Kichwas provenientes de Santa Rosa, zona ubicada en las afluencias del Río Napo en Ecuador, que ha pasado a vivir en el departamento de Madre de Dios, por lo que reciben del nombre de santarrosinos.
De acuerdo a la información contenida en la Base de Datos Oficial de Pueblos Indígenas u Originarios (BDPI), el pueblo indígena u originario Kichwa cuenta con un total de 498 localidades en las que viven y/o ejercen sus derechos colectivos, de las cuales 370 cuentan con reconocimiento como comunidad nativa, y 6 como comunidad campesina. De acuerdo a los Censos Nacionales 2017, la población de dichas localidades asciende a 82,141 personas aproximadamente.
Otras denominaciones
- Quichua, Inga, Lamas, Llacuash, Santarrosinos Kichwaruna, Kichwa del Napo, Quechuas del Pastaza
Tipo de pueblo indígena
Ámbitos territoriales con presencia tradicional
- Cuencas del río Huallaga, Mayo, Napo, Pastaza, Putumayo, Tigre y Sisa, en los departamentos de Loreto y San Martín
Historia
Pre-Colonial
Si bien entre los grupos Kichwa existe poca claridad sobre sus antepasados, de acuerdo a la zona geográfica donde se encuentran ubicados, se puede distinguir algunas asociaciones a determinados pueblos indígenas u originarios.
Por ejemplo, en el caso de los Kichwa lamista, las investigaciones coinciden en que existe poca evidencia que explique los orígenes de este grupo; sin embargo, ciertos indicios apuntan a que se tratan de descendientes de los Chancas (Puga, 1989). En ese sentido, es probable que un grupo de guerrero Chancas y Pocras hayan llegado a la zona amazónica en búsqueda de refugio, generando una convivencia pacífica con los grupos de la región (Rengifo, Panduro & Grillo, 1993). Por otro lado, otros autores no descartan la posibilidad de que la implantación de la lengua quechua en la zona tenga más que ver con la influencia misionera que con la presencia de poblaciones Chanca (Puga, 1989). Además, se considera que, debido la presencia de los Chanca, los grupos indígenas Caribe, Tupi guaraní y Arawak abandonaron el territorio y pasaron a refugiarse en la colina donde hoy se ubica la ciudad de Lamas (Mayor & Bodmer, 2009). Por otro lado, Barclay (2001) encuentra que el panorama étnico previo a la influencia misionera es poco claro.
En el caso de los Kichwa del Pastaza, sus antepasados son vinculados a los grupos Canelo, Coronado, Urarina, Romayna, Shigiagés, Arabela, Murato y Achual, los cuales posteriormente fueron quechuizados durante el periodo misional (Mayor & Bodmer, 2009). Otro grupo importante entre los antiguos pobladores del territorio en que se ubican hoy los Kichwa del Pastaza, lo conformaron los Andoa, quienes vivían en el Pastaza, pero fueron llevados por los misioneros a distintos lugares (CORPI, 2002).
Por otro lado, se estima que los Kichwa del Napo serían descendientes de los Quijos, grupo ubicado en el territorio ecuatoriano (Mayor & Bodmer, 2009).
Colonial
Dado que el pueblo Kichwa tiene su origen en diversos pueblos indígenas de la Amazonía peruana, no es posible hallar referencias a los denominados Kichwa en las crónicas que los misioneros escribieron hasta el siglo XVIII (AIDESEP et al. 2000; ILV 2006). Sin embargo, se sabe que para el siglo XVI, los misioneros de la Compañía de Jesús empleaban la lengua quechua como vehículo para la evangelización de pueblos indígenas u originarios de la Amazonía (Seymour- Smith 1988).
En el caso de los grupos Kichwa lamista, hacia el año 1538, el corregidor de Cajamarca y Chachapoyas, Riva Herrera, inicia la conquista armada de los territorios cercanos a la recién fundada ciudad de Moyobamba. Durante esta campaña, se funda la que más adelante sería la ciudad de Lamas, originalmente como un fuerte que reunía a diversos pueblos indígenas, entre los que se encontraban los Tabalosos, Lamas, Amasifuen, Cascabosoas, Jaumuncos, Payanos, Suchichis y Muniches, pueblos indígenas u originarios que fueron repartidos en encomiendas (Mora & Zarzar, 1997).
Alrededor de un siglo después, los evangelizadores españoles crearon Lamas bajo el nombre de "La ciudad de Triunfo de la Santísima Cruz de los Motilones de Lamas". Este hecho, a la par del establecimiento de la misión jesuita, suscitó grandes impactos en las formas de vida de las poblaciones indígenas u originarias. Por un lado, parte de los grupos asentados en la zona fueron desplazados a los espacios periféricos de la nueva ciudad (Mayor & Bodmer, 2009). Por otro lado, se impuso todo un calendario de festividades religiosas, estilo de vestimenta, así como distinciones para la población indígena catequizada, por ejemplo, comenzó a ser característico de ellos el uso de la sal en los alimentos. También ocurrieron cambios a nivel de los patrones de producción y trabajo; sin embargo, la principal transformación que afectó a estos grupos fue el empleo del quechua como lingua franca, es decir, como el vehículo de comunicación entre hablantes de diferentes idiomas. De igual manera, la fórmula de reducción utilizada durante la colonia impuso la convivencia entre pueblos, así como el efecto contrario, donde miembros de un mismo grupo indígena fueron separados (Barclay, 2001).
Si bien los jesuitas fueron expulsados del territorio durante la segunda mitad del siglo XVIII, otras órdenes reemplazaron su lugar la región de Lamas y se mantuvieron las mismas prácticas misionales. Dentro del imaginario de los religiosos, los pueblos indígenas u originarios tenían la condición de “semicivilizados” lo que posicionó a los religiosos en una relación paternalista y de “protección” respecto a los grupos evangelizados.
Para el caso de otros grupos Kichwa, la presencia de corredores lingüísticos quechua desde Ecuador devela el éxito que tuvieron los esfuerzos de quechuización impartidos por los religiosos (CORPI, 2002). En el caso de los Kichwa del Pastaza, la presión misionera llegó principalmente en el territorio ecuatoriano (Vilcapoma, 2016). Así, durante los siglos XVII y XVIII fueron los dominicos y jesuitas quienes se mantuvieron en la zona, siendo los primeros los más exitosos debido la protección que ofrecían a los indígenas en sus misiones. Los establecimientos dominicos que prosperaron durante aquellos años fueron la misión de los Canelo sobre el río Bobonaza y la de Andoas en el río Pastaza (Mayor & Bodmer, 2009).
Por su parte, debido a su ubicación estratégica dada la desembocadura en el río Amazonas, la zona del Napo fue de importancia para los militares, hecho que durante la conquista propició muchos abusos sobre la población indígena (ILV, 2006). Por dicho motivo, un evento que marca la historia de los napuruna ocurrió en 1578, donde ocurrió una revuelta conocida como la “rebelión de los pendes, donde participaron los antepasados de los Kichwa. Como consecuencia de este evento, muchos indígenas se dispersaron por la zona para evitar la represalia de los colonos (FORMABIAP, 2014).
República
La época republicana marcó con diferentes eventos a los Kichwa; sin embargo, un periodo de gran impacto en todos los casos fue el boom del caucho, a inicios del siglo XX. Al igual que la conquista, este representó otro de los grandes procesos que impulsó la quechuización de diversos pueblos indígenas u originarios, así como la movilización de los mismos a nuevos espacios dentro de la Amazonía.
Tal es el caso de los Kiwcha santarrosinos, los cuales a inicios del siglo XX fueron trasladados forzosamente a Madre de Dios. Rummenhoeler (2003), explica que entre los años 1905 y 1910, este departamento fue integrado a la nación peruana, motivo por el cual existieron caucheros que emigraron de Loreto hacia dicho territorio y desterraron a los empresarios bolivianos que se ya se encontraban en la zona.
Tal fue el caso de Máximo Rodríguez, quien, al establecerse en Madre de Dios, encontró como problema la falta de mano de obra para la extracción del caucho. En aquellos años, en tanto la extracción de esta materia prima requería un trabajo extensivo y numeroso, muchos patrones caucheros optaban por la incorporación forzosa de mano de obra indígena por medio de las “correrías”, las cuales eran redadas donde se les capturaban y esclavizaban. En el caso de Madre de Dios, el antecedente de caucheros bolivianos, diezmó en gran medida a las poblaciones, siendo que los pocos pueblos originarios que quedaron, se retiraron a zonas inhóspitas del territorio. Ante este escenario, Rodríguez y su familia se convirtieron en los principales importadores de indígenas provenientes de otros lugares, con lo que se captó para la zona, indígenas Yanesha, Ashaninka, Cocama, Lamista, Huitoto, Shipibo, Cashibo, Conibo, Shetebo así como un grupo considerable de Kichwas provenientes de una región del río Napo denominada Santa Rosa. En las décadas posteriores y hacia la actualidad, grupos de Kichwa santarrosinos y sus descendientes se han integrado como ciudadanos peruanos en Madre de Dios, conformando otra de la variedad de grupos hablantes del quechua en el país.
Otro caso importante del impacto del auge del caucho fue en los Kichwa del Napo. La historia republicana de este grupo se encuentra ampliamente marcada por su relación con los caucheros, quienes fueron los principales agentes de la propagación e implementación del quechua en su zona. Posteriormente, en la década de los setenta, los grupos indígenas napurunas comenzaron procesos de organización a la par de participación de congresos junto con otros pueblos indígenas u originarios. De esta manera, surgen agrupaciones con el fin de buscar formas de vida más autónomas y oportunidades de desarrollo para el grupo (Mayor & Bodmer, 2009).
El pueblo Kichwa del Napo se destaca también porque junto con el pueblo Maijuna y el Gobierno Regional de Loreto, fueron protagonistas del primer proceso de consulta previa realizado en el Perú, aplicación de la Ley 29785, Ley del Derecho a la Consulta Previa a los Pueblos Indígenas u Originarios. Este proceso de diálogo se realizó sobre la propuesta de establecimiento del Área de Conservación Regional (ACR) Maijuna-Kichwa, habiéndose concluido la etapa de diálogo con acuerdos consensuados por las partes. Mediante el Decreto N° 008-2015- MINAM, aprobado en el año 2015.
Para el caso de los Kichwa lamistas, la época republicana supuso procesos históricos vinculados a la articulación de los pueblos indígenas con el Estado. De esta manera, entre los momentos a destacar, se encuentra el apogeo de la ciudad de Lamas durante los años 40 del siglo XX, el cual se basó en la comercialización de cultivos como el café, el algodón, y el maíz (Faiffer & Belaunde, 2016). Por otro lado, también configura la historia actual del pueblo Kichwa lamista el aumento del flujo de conectividad con la sociedad nacional, proceso que se consolidó a partir de la construcción de la carretera marginal durante las décadas de 1970 y 1980 (Puga, 1989). Posteriormente, en los años ochenta y noventa, al igual que en otros pueblos indígenas y originarios de la Amazonía, los Kichwa lamistas también se vieron afectados por el Conflicto Armado Interno. Finalmente, hacia los últimos años, este grupo se ha visto amenazado por el aumento de la producción de hoja de coca destinada al narcotráfico, por un lado, así como a la degradación de los suelos y los cambios en las prácticas agrícolas como consecuencia del impulso de los monocultivos, por otro (Panduro y Rengifo, 2001).
En el caso de los Kichwa del Pastaza, por su ubicación geográfica han vivido diferentes procesos sociales que sus contrapartes lamistas. Este grupo ha sido impactado principalmente por el conflicto fronterizo con Ecuador durante la segunda mitad del siglo XX. De igual manera y hacia la actualidad, en este grupo existen procesos políticos y sociales específicos dado la llegada de diversos proyectos de hidrocarburos en su territorio (Vilcapoma, 2016). Frente a estos nuevos actores, así como otras presiones y necesidades, el pueblo Kichwa del Pastaza ha apelado a la organización por medio de federaciones como una importante herramienta para la articulación del grupo (Mayor & Bodmer, 2009).
Expresiones Culturales
- Festividades y Celebraciones
En el caso de algunos grupos Kichwa, las fiestas poseen una función social importante. Por ejemplo, para los Kichwa lamista, estos eventos son ocasiones especiales para la redistribución de bienes, así como para la generación de prestigio social entre miembros del grupo (Rengifo, Panduro y Grillo, 1993).
En ese sentido, los individuos y familias cuyo aporte sea mayor para la fiesta pasan a ser considerados como buenos proveedores. El principio de redistribución implica dotar a los vecinos tanto de bienes comerciales como objetos de importancia dentro de la cultura. Por ejemplo, las fiestas suelen coincidir con las temporadas de chapaneo, palabra que designa a los esfuerzos de caza, por lo que el resultado de esta actividad es comúnmente socializado en las celebraciones (Panduro y Rengifo, 2001). Otro tipo de festividades son las mikunas, las cuales son celebraciones posteriores a las cosechas de los distintos procesos productivos en los cuales se consume, comparte e intercambia (Faiffer & Belaunde, 2016).
Las fiestas implican el encuentro social entre individuos de diversas localidades, especialmente en el caso de los jóvenes que han migrado hacia ciudades y se reencuentran con sus pares; así como aquellos que buscan establecer noviazgos (Belaunde, 2017). Debido a las exigencias económicas y educativas de la sociedad nacional, los jóvenes Kichwa lamistas suelen emigrar a ciudades a continuar sus estudios o trabajar, incluso migrando perpetuamente.
La plaza de Wayku en la ciudad de Lamas suele ser el lugar central de las festividades Kichwa lamista. En febrero toma lugar los carnavales, en junio las fiestas de San Juan y San Pedro mientras que agosto se celebra la fiesta de Santa Rosa. Aquí los hombres y mujeres visten sus mejores galas y vestimentas, entre las que destacan quienes van a danzar (Belaunde, 2017).
Manifestaciones Artísticas y Artefactos Culturales
Entre los Kichwa, los lamista han resaltado por su producción de cultura material y manifestaciones artísticas, especialmente en relación a la cerámica.
Las mujeres son quienes se ocupan mayoritariamente de la elaboración de objetos materiales a través de técnicas de hilado, tejido, bordado y cerámica. A esto se agregan otras manufacturas que son destinadas a ser implementos del hogar, como el jabón negro (Faiffer & Belaunde, 2016). Uno de los momentos en que las manifestaciones artísticas cobran especial relevancia es durante las fiestas, dado que la comida es especialmente preparada y presentada para la ocasión, utilizando incluso alfarería nueva.
La alfarería Kichwa lamista es un arte que resalta entre otras producciones materiales. El aprendizaje de esta técnica es parte de la socialización de las niñas, jóvenes y mujeres de dicho pueblo, quienes incorporan los conocimientos de una forma cotidiana y constante. Las abuelas y madres realizan sus quehaceres diarios en presencia y compañía de sus parientes menores, por lo que desde muy temprano estas empiezan a observar e imitarla, realizando sus propios trabajos. Con la edad, las producciones que pueden realizar se van complejizando. De esta forma, comienzan con tiestos pequeños durante la primera infancia; pasan a fabricar ollas antes de la pubertad; y una vez alcanzada esta etapa, ya empiezan a hacer tinajas aguateras y chicheras (Belaunde, 2017). Otro modo de aprendizaje arraigado en la cosmovisión tradicional del pueblo indígena Kichwa lamista corresponde al consumo de greda para desarrollar una “relación íntima” con el espíritu madre de este insumo. El consumo se realiza a través de beber el agua en que se limpian los instrumentos para raspar y dar forma a la alfarería. De esta manera se considera que este aprendizaje es encarnado dentro del cuerpo de la niña aprendiz (Belaunde, 2017).
Asimismo, el proceso por el cual las mujeres obtienen los materiales necesarios para practicar la alfarería se entremezcla con actividades cotidianas de este grupo social como son la recolección en el bosque, ríos y otros ambientes naturales, así como el intercambio entre individuos de diferentes localidades. Esto último es especialmente importante para la alfarería dado que en la zona cercana a Lamas han empezado a escasear recursos para esta actividad como es el caso de la piedra yana rumi y algunas resinas. La obtención de greda sigue tradicionalmente algunos preceptos rituales. Estos protocolos incluyen, entre otros, la abstención de relaciones sexuales durante la noche anterior, no recoger greda cuando una se encuentra menstruando, o recoger este material en un recipiente de plástico o metal. Con esto se busca mantener las buenas relaciones entre los seres humanos y seres no humanos, específicamente con la madre de la greda, identificada como la “madre tierra” o pachamama (Belaunde, 2017).
Los diseños de la alfarería varían según la inspiración de la artesana. Así, se puede encontrar diseños geométricos o iconografía de flora de la región, cultivos de la chacra o plantas del bosque, todo esto es rediseñado y actualizado constantemente. Las flores ocupan un lugar muy importante como motivo de diseño dentro de la alfarería Kichwa. Entre las plantas más usadas encontramos aquellas que tienen un papel preponderante en la cosmovisión de este pueblo indígena como la flor del toé, plantas medicinales como la mora y plantas que fungen de materiales como el palmiche (Belaunde, 2017).
En línea con ello, el Estado peruano ha declarado mediante Resolución Viceministerial N° 044-2012-VMPCIC-MC a la cerámica de Chazuta, ámbito de presencia de los Kichwa lamistas, en atención al origen milenario de las técnicas de elaboración y de la iconografía empleada en su decoración, así como sus valores estéticos.
Por otro lado, en el caso de los Kichwa del Pastaza, estos también poseen una cultura material y formas de artesanía amplias, siendo los hombres quienes construyen las casas, canoas, remos, utensilios de cocina y canastas para las mujeres. Asimismo, las mujeres de este grupo hacen tazones de calabaza que utilizan para beber. Otras manualidades resaltantes que se realizan son los tejidos de abanicos de hoja para avivar el fuego y las fajas de hilo de algodón que se usan como prendas. Hacia la actualidad, sin embargo, se encuentra que la práctica de la alfarería ya no se practica al mismo nivel que en el pasado (ILV, 2006).
Lengua
- La lengua quechua (ISO: que) pertenece a la familia lingüística Quechua y es hablada por los pueblos Kichwa y Quechuas, se encuentra en estado vital. Los resultados de los Censos Nacionales del 2017 indican que 3,805,531 personas aprendieron a hablar en su niñez en la lengua quechua. Para mayor información, se recomienda la revisión de la Ficha de la lengua quechua y el Mapa Sonoro Estadístico de Lenguas Indígenas u Originarias del Ministerio de Cultura.
Cosmovisión y sabiduría ancestral
Mitos, dioses y visiones del mundo
La cosmovisión de los grupos Kichwa es diversa en explicaciones y seres; sin embargo, un punto de encuentro entre ellos ha sido la interrelación con en seres sobrenaturales, dioses, así como la influencia que estos tienen en el mundo humano.
En ese sentido, Mayor y Bodmer (2009) han identificado que, para los Kichwa del Pastaza, el mundo se encuentra flotando encima del agua y fue creado por Yaya, dios supremo. Depende de su voluntad que el mundo siga en su lugar, por lo que en cualquier momento podrían hundirse si es que Yaya contempla que hay mucha maldad en la gente.
De igual manera, el mundo no es unificado, sino que comprende cinco niveles. Uno de ellos es Yakuruna Wasin, el lugar del agua. Este está comprendido por cochas y ríos, y es el hogar del Yakuruna, que es el dueño del agua. Este ser cuida a los peces y los animales, las rayas de los ríos le sirven como sombrero, los lagartos son sus canoas, las carachamas sus zapatos y a los peces macana los utiliza como machete.
En el siguiente mundo es el Runapa Kawsana Allpa, el cual es mundo donde viven los humanos, los animales y seres de la naturaleza. No todo este espacio es seguro y puede ser dispuesto a voluntad de los humanos. De esta manera, para ingresar al monte, las personas deben pedir permiso al dueño del monte que es el Sacharuna. Solo después de este acto se podrá ingresar sin miedo ni peligro, puesto que, de lo contrario, las personas pueden enfermar o se pueden perder.
El tercer mundo es el Wayyra Kawsana, que es un lugar donde también hay tierra, pero no crecen las plantas. Aquí vive el aire y la madre del aire, la Wayra mama. Se dice que cuando el viento sopla fuerte es porque hay muchos malos espíritus, asimismo se cree que estas ventiscas son el momento en que los brujos malos aprovechan para hacer daño a la gente. Por otro lado, en este mundo también habita la madre del rayo, la Illapa mama. Se cuenta que el rayo era una persona mala por lo que las personas comenzaron a perseguirle, este logró escapar donde termina la tierra y empieza el cielo, por lo que se encuentra escondido entre las nubes.
El cuarto mundo es el Wañushkakunala Runankunawan Llaktan, aquí habitan las almas buenas y es un lugar maravilloso lleno de abundancia. Los seres que lo habitan disponen de muchos animales y peces para cazar y pescar. Dentro de este lugar también se encuentra un camino que desemboca en un lugar oscuro, es ahí donde terminan las almas malas.
Finalmente, el mundo habitado por las grandes divinidades se denomina Yayanchikpa Runankunawan Llaktaan, aquí vive Yaya, junto con el sol y la luna que son dioses varones, además de las estrellas que son mujeres. Yaya, desde el cielo, protege a todas las criaturas, especialmente a los animales y vela porque no les ocurra nada malo.
Entre los Kichwa también resalta la existencia de relatos o historias míticas que explican el origen o funcionamiento de las cosas. De esta manera, entre los Kichwa del Napo se habla que el origen del río viene de un cedro.
En un tiempo anterior, el dios Pachayaya sembró dicha madera para que les sirviera a todos los pueblos indígenas. Con el tiempo, el cedro creció muy alto y el dios ordenó tumbarlo. Cuando las personas cortaron el árbol este no cayó al suelo, solo quedó inclinado puesto que la parte más alta se encontraba atada a un bejuco conectado al cielo (FORMABIAP, 2014).
Las personas buscaron a un hombre ardilla y le pidieron que subiera a lo alto para cortar la liana que aún unía el cedro al cielo. Finalmente, fue la ardilla negra que subió con rapidez, cortó el bejuco y raudamente bajó otra vez a la tierra. El gran árbol cayó hacia donde se oculta el sol y es a partir de su rastro que se formó el río. Las ramas se convirtieron en cochas y las raíces en el mar. Del tronco se formó el Amazonas y de las ramas el río Napo y Putumayo (FORMABIAP, 2014).
Mundo espiritual y seres no humanos
Los grupos Kichwa se vinculan activamente con seres espirituales y no humanos. Esta perspectiva del mundo influye en la concepción del territorio, así como también tiene una injerencia en las prácticas cotidianas y rituales.
De esta manera, se puede observar casos como los Kichwa lamistas, donde se da la convivencia con un conjunto de seres no humanos, los cuales poseen diversas formas como cuerpos de agua o animales. Con estos agentes se pueden entablar relaciones sociales, siendo que los intercambios se dan de acuerdo al tipo de relación que se entabla con ellos. Si reciben un buen trato, estos seres pueden llegar a ser generosos, pero de lo contrario, pueden ser caprichosos y perturbar a las personas (Panduro y Rengifo, 2001).
Los Kichwa lamistas, no se refieren al bosque como tal, sino que la palabra usada es “monte”, esto sirve como referencia a la espesura de bosques como a un matorral. El monte es el lugar donde los humanos pueden entablar diálogo con las especies de la “naturaleza”, así como con los espíritus y ánimas que este alberga. El monte es asumido con características de humanos en tanto sus criaturas pasan por las mismas etapas de la vida que las personas. En ese sentido, una manera de identificar especies dentro del monte es de acuerdo al momento de vida que están transcurriendo (Panduro, 2012; Rengifo, Panduro & Grillo, 1993).
Los espíritus del monte para los lamistas son altamente maleables de acuerdo a la situación y al tipo de relación que establezca con ellos. Por ejemplo, de acuerdo a la circunstancia, un espíritu puede enseñarles cosas a los humanos, puede ayudarle en la caza o incluso pueden sanarlos; sin embargo, en otro tipo de ocasiones pueden ser supay o demonios, que generan disturbios si es que los humanos no han entablado un diálogo respetuoso (Panduro & Rengifo, 2001).
De esta manera, los espíritus son seres con los que se establece relaciones cotidianas, emotivas y hasta sensoriales (Panduro y Rengifo, 2001), por su accionar es que los humanos consiguen sus alimentos del bosque a través de la caza y recolección, por lo que se encuentran en una posición de retribuir. Los humanos no solo devuelven al monte a través de pagos, sino que también realizan actividades que lo preservan en tanto promueven el nacimiento y ciclo vital de animales, plantas, agua, suelos y demás seres (Rengifo, Panduro y Grillo, 1993).
Entre los seres del monte se encuentran principalmente las “madres”, que representan a los guardianes de animales, plantas u otros elementos de la topografía. Por ejemplo, la greda, arcilla con la que se elabora diversas cerámicas, también cuenta con una madre guardiana y esta tiene un importante rol respecto a astros y humanos, regulando ciclos del calendario y también los comportamientos íntimos de las parejas Kichwa lamista (Belaunde, 2017). Otros seres importantes son la Yacumama, que vive en ríos y lagos y el Chullachaqui, deidad protectora del monte, que se personifica como un hombre pequeño con un pie humano y otro animal. Este último castiga a los hombres que transgreden las reglas de convivencia (Rengifo, Panduro y Grillo, 1993).
Conocimientos y prácticas tradicionales
Los conocimientos tradicionales del pueblo Kichwa son amplios y aplican a distintas áreas entre las que destaca tratamientos para mantener y fortalecer la salud, especialmente a través del uso de plantas.
En la sociedad Kichwa lamista encontramos que son las mujeres quienes principalmente se encargan del cuidado y la salud de los niños, así como su desarrollo a través de la preparación de alimentos. Asimismo, también usan plantas medicinales en distintos contextos. Por otro lado, las preparaciones más fuertes que necesitan dieta, como las purgas, son llevadas a cabo por curanderos, o en menor medida por ancianas (Faiffer & Belaunde, 2016).
La alimentación también es parte de lo que contribuye a gozar de una buena salud. En el caso de la comida, esta debe ser preparada con distintos cuidados, siendo que algunas cosas solo pueden comerse en determinados momentos del calendario agrícola o ritual. Otro punto importante es que algunos animales al ser cocinados sin los cuidados necesarios, pueden transmitir sus atributos a quienes lo comen. O también se da el caso contrario donde se busca apropiarse de atributos positivos de animales o plantas a través de su ingesta. Así, especialmente en el caso de los niños y niñas, algunos alimentos son evitados, puesto que pueden generar el desarrollo de características poco deseadas, así como otros alimentos son propiciados, dado que pueden provocar actitudes y comportamientos anhelados como la habilidad para la caza o el tejido.
El conocimiento sobre plantas medicinales entre los Kichwa lamistas es extenso. Usan diferentes plantas en distintos momentos del desarrollo de la persona, así como también manejan plantas para determinadas enfermedades o fines. Por ejemplo, los jóvenes varones Kichwa lamistas consumen uchu sanango para animarse a cazar al monte y para realizar las manufacturas propias de los varones. En su caso, las mujeres jóvenes, toman la resina del ojé, la corteza del indano o la chuchuwasha para alejar la pereza y poder despertarse más temprano, para ser atentas con sus padres, y realizar distintas labores propias de la mujer Kichwa lamista (Tapullima, 2012). Entre estas plantas guarda una especial relevancia la ayahuasca, dado que los hombres realizan un ritual alrededor de su toma para buscar convertirse en un proveedor exitoso para su familia, lo que a su vez les brinda prestigio en sus comunidades (Faiffer & Belaunde, 2016).
Al respecto, es importante señalar que el Estado peruano ha declarado mediante Resolución Directoral Nacional N° 836/INC-2008 a los conocimientos y usos tradicionales del Ayahuasca como Patrimonio Cultural de la Nación, practicados por las comunidades nativas en el ámbito amazónico y como garantía de continuidad cultural de los pueblos indígenas u originarios.
Identidad
Autodenominación y otras denominaciones
De acuerdo a su ubicación y contexto sociohistórico, los integrantes del pueblo Kichwa se han denominado de distintas formas.
Los Kichwa de Lamas se autodenominan “llawash o llacuash”. De igual manera, otro tipo de denominaciones que ha recibido este grupo en el tiempo han sido “lamistas”, “lamas”, “lamano” y “motilón” (Wise & Ribeiro, 1978). Los Kichwa del Napo han recibido nombres como “quijo”, “kicho” o “quixo”; sin embargo, formas actuales de denominación de este grupo son “napuruna” o “kichwaruna”, esto último significa “gente que habla Kichwa” (FORMABIAP, 2014). Por otro lado, los Kichwa del Pastaza también se denominan a sí mismos como “ingas” (CORPI, 2002).
Participación en relación al Estado
- Participación en procesos de consulta previa
A nivel nacional, las siete (7) organizaciones nacionales representativas de los pueblos indígenas y originarios han participado de la implementación de cinco (5) procesos de consulta previa:
● Proyecto de Decreto Supremo que aprueba la Política Sectorial de Salud Intercultural.
● Propuesta del Reglamento de la Ley Forestal y Fauna Silvestre.
● Propuesta de Resolución Ministerial que aprueba el Plan Nacional de Educación Intercultural Bilingüe.
● Propuesta de Reglamento de la Ley de Lenguas Originarias.
● Propuesta del Reglamento de la Ley Marco sobre Cambio Climático.
Además, el pueblo Kichwa, de manera específica, ha participado y/o viene participando de siete (7) procesos de consulta previa:
● Propuesta de Decreto Supremo que categoriza la Zona Reservada Yaguas como Parque Nacional Yaguas.
● Proyecto de Decreto Supremo que aprueba el establecimiento de la propuesta del Área de Conservación Regional Maijuna Kichwa.
● Proyecto de Decreto Supremo que autoriza la suscripción del contrato de licencia para la exploración y explotación de Hidrocarburos en el Lote 191.
● Proyecto de Decreto Supremo que aprueba la suscripción del contrato de licencia para la exploración y explotación de Hidrocarburos en el Lote 192 (2015).
● Proyecto de Decreto Supremo que autoriza la suscripción del contrato de licencia para la exploración y explotación de Hidrocarburos en el Lote 197.
● Proyecto de Decreto Supremo que autoriza la suscripción del contrato de licencia para la exploración y explotación de Hidrocarburos en el Lote 198.
● Proyecto de Decreto Supremo que aprueba el contrato de licencia de exploración y explotación de hidrocarburos en el Lote 192 (2019).
Para conocer más sobre estos procesos, visite el portal web de Consulta Previa en: http://consultaprevia.cultura.gob.pe/
Participación en espacios de difusión cultural
La Feria Nacional de Artesanía Arte Nativa (ARTE NATIVA), organizada por la Dirección General de Artesanía del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR) es un espacio de difusión cultural en el que participan representantes del pueblo Kichwa.
La Feria ARTE NATIVA fortalece la valoración de los talentos, habilidades, conocimientos y técnicas, además de promover el trabajo colaborativo, la protección del medio ambiente, la interculturalidad y la generación de alianzas entre todos los actores del sector artesanal. De tal manera, los expositores del pueblo Kichwa presentaron productos culturales en bisutería, cerámica, cestería, fibra vegetal, textil, trabajos en madera en las ediciones del 2017, 2018 y 2019.
Por otro lado, el Programa para la salvaguardia del arte tradicional peruano “Ruraq Maki, hecho a mano” , articulado por la Dirección de Patrimonio Inmaterial, el Museo Nacional de la Cultura Peruana, el Proyecto Qhapaq Ñan y las Direcciones Desconcentradas de Cultura, todas ellas instancias del Ministerio de Cultura, es otro espacio de difusión cultural en el que participan representantes del pueblo Kichwa.
En ese sentido, Ruraq Maki, hecho a mano, es uno de los esfuerzos públicos para el registro, la investigación y la difusión del arte popular tradicional. Para la organización de cada edición se convoca la participación de artistas populares tradicionales de todas las regiones del país quienes, a través de su arte, mantienen vigentes prácticas tradicionales y ancestrales, muchas de las cuales se remontan a períodos prehispánicos. De tal manera, los expositores del pueblo Kichwa presentaron adornos como la fibra de chambira para elaborar cestos, la semilla de la palma phytelephas macrocarpa, conocida como tagua o nuez de marfil, para la confección de joyería ecológica, y diversas maderas para tallar platos, fuentes y vasija, entre otros.
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Lengua
-
Quechua
Descripción general
La actual distribución del quechua: ISO (que) en el Perú es el resultado del proceso histórico de difusión y conformación de las diversas variedades geográficas. En realidad, el quechua es una familia lingüística, con diversas variedades distribuidas en siete países de América del Sur (Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina, Chile y Brasil) según datos del Ministerio de Educación (DNLO, 2013).
En el Perú, las variedades de quechua se agrupan en dos grandes ramas: quechua I y quechua II (según terminología de Torero 1964). El primero se ubica en la zona central del país y el segundo en las zonas norte y sur. Su distribución corresponde a los fenómenos históricos de expansión del idioma en el último milenio, cuyo proceso explica la existencia de diversas variantes geográficas (Cerrón 1987; Chirinos 2001; Moseley 2010).
Según datos del Ministerio de Educación (DNLO, 2013), en el Perú el Quechua es considerado una lengua vital, aunque muchas de sus variedades, en realidad, estén en peligro o serio peligro. Hay ciertamente una disminución significativa de la importancia relativa del quechua como idioma en el país (al inicio del siglo XX, 60% de la población era quechuahablante, en tanto que, a inicios del siglo XXI, sólo lo es el 15%), pero en términos absolutos hay más quechuahablantes en el 2014 de los que había en 1876 (Ribota 2012). Además, al menos un tercio de los quechuas hablantes se encuentran en espacios urbanos (Valdivia 2002).
No hay duda sobre la mayor antigüedad del quechua I. Por ello, se presume que el quechua es originario de algún lugar de los Andes centrales. Efectivamente, el primer gran desplazamiento y expansión del quechua parece haberse producido en la propia zona central, en oleadas sucesivas bastante antiguas, lo que explica en parte la gran diferencia entre las diversas subramas del quechua I.
El siguiente proceso de desplazamiento se generó en tiempos previos al imperio de los Incas, por movimientos de población y cambios demográficos. El quechua reemplazó al aimara como lengua local en las zonas sur y centro andinas, tanto en zonas como la sierra de Lima, pero sobre todo las actuales zonas de Cusco, la zona Collao de Puno y parte de Apurímac. Las variedades de estas zonas mantienen por ello una serie de características fonológicas del aimara antiguo, como las fricativas y las glotalizadas, hoy específicas del quechua de Cusco y Puno.
Posteriormente, la lengua se difundiría también hacia la sierra norte, sustituyendo parcialmente a antiguas lenguas locales como el culle (Torero 1964), así como a algunas otras lenguas actualmente desaparecidas de las que no tenemos noticia fuera de topónimos y algunos otros indicios dispersos. Así, el quechua se consolidó inicialmente como idioma pan andino en el período inca, probablemente alentado desde el Estado como la lengua de la administración y del control, pero también de la difusión de saberes, del ejército y de la reciprocidad y el intercambio entre grupos. Con el imperio, el quechua se convertiría en la lengua general (lengua franca) de la comunicación entre poblaciones diversas que hablaban idiomas distintos, hoy desaparecidos.
El proceso de expansión y la consolidación del quechua como idioma principal, y ya no solo como lengua franca, se dio durante el período colonial. Considerando que era más fácil difundir la doctrina cristiana en un idioma nativo que la gente ya conocía, los sacerdotes evangelizadores promovieron el quechua en buena parte del territorio colonial. Es muy probable que haya sido la catequización en quechua, sumada al establecimiento de la doctrina en las reducciones de indígenas, lo que terminó de consolidar el quechua como idioma indígena mayoritario en las zonas nortes del país (Estenssoro 2003).
Tipo de lengua
- Andina
Variedades geográficas
Según el Ministerio de Educación (2013), la lengua quechua presenta cuatro ramas que agrupan las variedades: quechua amazónico (que), quechua norteño (que), quechua central (que) y quechua sureño (que). Según el Ministerio de Educación (2018), la lengua quechua presenta las siguientes variedades y estados de vitalidad:
Rama
Variedad
Departamento donde se habla
Estado de vitalidad
Quechua amazónico
Kichwa amazónico: Pastaza, Napo, Putumayo, Tigre, Alto Napo (Santarrosino-Madre de Dios) y Chachapoyas y San Martín
Loreto, Madre de Dios, Chachapoyas y San Martín
En peligro
Quechua norteño
Quechua Cajamarca
Cajamarca
Seriamente en peligro
Quechua Inkawasi Kañaris
Lambayeque y Piura (Comunidad de Chilcapampa, distrito de Huarmaca, provincia de Huancabamba; centro poblado La Pilca, distrito de Buenos Aires, provincia de Morropón)
Vital
Quechua central
Quechua Pataz
La Libertad
Vital
Quechua Cajatambo, Oyón, Huaura
Lima
Seriamente en peligro
Quechua Yauyas
Seriamente en peligro
Quechua Áncash
Áncash
Vital
Quechua Huánuco
Huánuco
En peligro
Quechua Pasco
Pasco
Seriamente en peligro
Quechua Wanka
Junín
Seriamente en peligro
Quechua sureño
Quechua Chanka
Huancavelica, Ayacucho y Apurímac (Andahuaylas, Aymaraes y Chincheros)
Vital
Quechua Collao
Apurímac (Abancay, Grau, Antabamba y Cotabambas), Cusco, Puno, Arequipa y Moquegua
Vital
Fuente: Tabla del Estado de Vitalidad del Quechua de Minedu (2018)
Familia Linguística
- Quechua
Población que tiene la lengua como lengua materna
Son 3,805,531 las personas que aprendieron a hablar en la lengua quechua.
Grado de vitalidad de la lengua
Según el Ministerio de Educación (2013), el quechua es una lengua vital. Para más detalle, ver la tabla en el segmento de variedad de la lengua de esta ficha.
Situación de su escritura
La lengua quechua cuenta con un alfabeto oficial establecido mediante Resolución Ministerial Nº 1218-85-ED, del 19 de noviembre de 1985, con 34 grafías: a, aa, ch, chh, ch', ts, tr, h, i, ii, k, kh, k', l, ll, m, n, ñ, p, ph, p', q, qh, q', r, s, sh, t, th, t', u, uu, w, y. Además, la Resolución Directoral N° 0282-2013-ED establece el uso de las 3 vocales "a, i, u" y la Resolución Directoral N° 0293-2013-ED la variedad Kichwa.
Intérpretes y traductores registrados
Actualmente, en el marco de la implementación de la Ley N° 29735 (Ley de Lenguas), el Ministerio de Cultura ha registrado a doscientos cinco (205) intérpretes y/o traductores de la lengua quechua.
Bibliografía
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